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Yemini, Alejandro
Columnista MTH

Origen de los oficios y el artesanato de Montevideo

25 Marzo 2024 12:02 Misiones Jesuíticas
Jesuitas Guaraníes Montevideo
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Plano de San Ignacio por Nadal Mora

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Montevideo 300 años: la presencia de los guaraníes y la producción.

El 28 de marzo del año 2020, fallecía en Montevideo el abogado, docente e historiador Luis Rodolfo González Risotto, siendo la primera víctima de coronavirus en el Uruguay. Junto a su esposa, Susana Rodríguez Varese, dedicaron varias décadas al estudio y difusión de la importancia de las Misiones Jesuíticas en la formación de la sociedad uruguaya.

Al conmemorarse cuatro años de tan invalorable pérdida, es que desde Misiones Tiene Historia, le realizaremos un sentido homenaje, recordando en esta nota varios pasajes de su obra como historiador, para compartir así con los lectores, parte de su legado.

Al final de nuestra nota anterior, en adhesión a los 300 años del inicio del “Proceso Fundacional de Montevideo”, se concluía que fueron los guaraníes misioneros quienes durante más de 100 años tuvieron a su cargo la mayoría de los oficios y el artesanato de la Banda Oriental y de la capital uruguaya en particular.

Para ubicarnos en el contexto regional, al momento de la culminación del proceso fundacional de Montevideo, en los “Treinta Pueblos” de las Misiones Jesuítico – Guaraní, habitaban unos 140.000 indígenas y varias reducciones tenían ya más de 100 años de existencia. Por ejemplo, San Ignacio Miní, fundada en el año 1610, hacia el año 1731 contaba con 4.356 almas.

 

De acuerdo al historiador González Risotto, durante el siglo XVIII y principios del XIX, existieron varias corrientes migratorias provenientes de las Misiones Jesuíticas, que resultaron decisivas para el poblamiento del actual territorio uruguayo. Las causas de las migraciones fueron diversas, destacándose entre otras: a) los traslados para construcción de fortificaciones,  obras civiles y participación en milicias con ulteriores deserciones, b) Tratado de Madrid y la Guerra Guaranítica, en el período 1750 - 1760, c) expulsión de los Jesuítas del Río de la Plata en 1767, d) conquista por parte de los portugueses de las Misiones Orientales a partir de 1801, d) invasiones y destrucción de las Misiones Occidentales por parte de los paraguayos y portugueses, alrededor de 1817, e) luchas por la independencia entre 1811 y 1830 y f) epidemias que asolaban las reducciones con cierta frecuencia.

Para tener una idea de este fenómeno, digamos que en el período 1735 - 1739, la población de San Ignacio Miní se redujo drásticamente debido a una epidemia de viruela, presentando la siguiente evolución poblacional, de acuerdo a Furlong: a) año 1735: 2.778 almas, b) año 1736: 1.808 almas, c) año 1738: 1.934 almas y d) año 1739: 1.849 almas. A los meros efectos comparativos, hacia 1.738, Montevideo contaba con una población de alrededor de 400 personas, de las cuales unas 300 conformaban las tropas de defensa de la ciudad, en su mayoría milicias indígenas.

La corriente migratoria guaraní – misionera estaba formada a veces por hombres solos, en otros casos familias o en la mejor de las situaciones por grupos de familias que se trasladaban en forma espontánea. Se produce así un proceso de mestizaje al mezclarse con las poblaciones blancas, mestizas y negras de la Banda Oriental. De esta nueva realidad demográfica, surge el “paisano” nombre con el cual eran mencionados por nuestro prócer, José Artigas.

En este proceso de aculturización, los guaraní misioneros van adoptando los nuevos usos, costumbres, hábitos y estilos de vida de los españoles y criollos, comenzando además a cambiar o “castellanizar” sus nombres. A modo de ejemplo, según el Archivo de la Catedral de Montevideo, Francisco Antonio Piñeiro, natural del pueblo de Santa Ana de las Misiones, hijo legítimo de Agustín Charion y Gregoria Moribicha, ambos del pueblo de San Ignacio Miní, cambió su apellido guaraní Charion, por el castellano Piñeiro.

La Misiones Jesuíticas fueron el único centro de formación y capacitación de mano de obra, previo a las grandes migraciones europeas hacia el Río de la Plata de mediados del siglo XIX, además de ser un pueblo agricultor, a los indígenas en las reducciones se les enseñaba artes y oficios. La mano de obra guaraní era muy valorada, más teniendo en cuenta que los primeros pobladores europeos de nuestra región tenían escasa disposición para dedicarse a los trabajos más duros y que además el artesanato era visto como una actividad propia de clases de menor estatus social.

Todas las Misiones Jesuíticas disponían de talleres ubicados al lado del “Colegio”, el que a su vez era lindero con la Iglesia. Según Arnaldo Bruxel, alrededor del “Patio de los Talleres” había alrededor de 30 salones, para la capacitación de otros tantos oficios y artes.  Algunas actividades, por razones obvias, eran realizadas fuera de la planta de la reducción. Tal es el caso de los referidos a la agricultura, la ganadería, a la construcción de embarcaciones, a la fabricación de ladrillos o a la fundición de metales.

En el capítulo XXXIV del libro “Continuación de las Labores Apostólicas”, el Padre Antonio Sepp, fundador de la reducción de San Juan Bautista en 1697, uno de los “Siete Pueblos” de las Misiones Orientales, al referirse al “prodigioso talento de los paracuarios para la música y las otras artes”, detalla cómo organizó las diversas actividades de la nueva Misión. Al respecto expresa: “Decidí quienes deberían ser carniceros, designé 50 carpinteros, 20 tejedores, 4 constructores, 12 armeros, 6 escultores, 10 pintores, 8 picapedreros, 12 ladrilleros, 80 obreros para la fábrica de ladrillos, 2 panaderos, 2 cocineros, 6 enfermeros, 4 sacristanes, 1 zapatero, 12 curtidores de pieles de ciervo y oveja, 2 alfareros, 2 torneros, 3 toneleros, 2 fabricantes de laúdes y arpas. En una palabra, proveí a mi nueva colonia de todos los gremios de artesanos que se necesitan, con tanto esmero, que muchas aldeas o ciudades europeas nos podrían envidiar por nuestra organización perfecta”.

Esta organización del trabajo, se repetía en cada uno de los “Treinta Pueblos”, había un núcleo de artes y oficios comunes a todas las reducciones, y otro específico de acuerdo a las características del lugar. Así por ejemplo, Corpus Christi, a orillas del río Paraná, era un centro de producción, acopio y transporte de yerba mate, por lo que en sus cercanías se ubicaron astilleros para construir pequeñas y grandes embarcaciones utilizadas para el tráfico con Buenos Aires. Esto al margen de que los guaraníes de todos los pueblos eran excelentes navegantes.

En San Juan Bautista se establecieron hornos de fundición debido a la existencia de yacimientos de hierro en la zona aledaña. Fabricándose así, cuchillos, tijeras, lanzas, caños de mosquete y cerrojos de fusil, entre otras piezas metálicas. Es por ese motivo que al padre Antonio Sepp, se le considera como el precursor de la siderurgia en la Argentina.

BIBLIOGRAFÍA:

  • González Risoto, Luis Rodolfo y Rodríguez Varese, Susana: “En busca de los orígenes perdidos. Los guaraníes en la construcción del ser uruguayo”.
  • González Risoto, Luis Rodolfo y Rodríguez Varese, Susana: “Guaraníes y paisanos”. Serie Nuestras Raíces. Disponible en internet.
  • González Risoto, Luis Rodolfo: “La importancia de las Misiones Jesuíticas en la formación de la sociedad uruguaya”. Conferencia. Disponible en internet.
  • Bruxel, Arnaldo, S.J.: “Los 30 Pueblos Guaraníes”.
  • Nadal Mora, Vicente: “Monumentos Históricos de Misiones, San Ignacio Mini”

Imagen: DETALLE DEL PLANO DE SAN IGNACIO MINÍ. A la izquierda, con el N° 1, el PATIO DE LOS TALLERES CON MÁS DE 20 SALONES A SU ALREDEDOR, DESTINADOS A LA ENSEÑANZA DE ARTES Y OFICIOS. Autor: Vicente Nadal Mora. Año 1949.

Por Alejandro Yemini, especial para MTH.

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